El avistamiento renueva las esperanzas de los conservacionistas que luchan por preservar la especie

Hace algunos días trascendió la noticia de que un equipo de investigadores venezolanos, dedicados al estudio y conservación del único úrsido autóctono del Sur del continente americano, el Oso Frontino, también conocido como Oso de Anteojos, Oso Andino, Oso Suramericano, Gran Oso Decorado o Jukumari, pero cuyo nombre científico es Tremarctos ornatus; descubrió dos cachorros de esta clase, con una edad aproximada de 4 a 5 meses, en un sendero del Ramal de Calderas (zona montañosa de bosques fríos, a 2.346 metros de altitud sobre el nivel del mar), en la frontera compartida por los estados Barinas, Trujillo y Mérida, en la región andina, al noroeste de Venezuela.

Conociendo al Oso Frontino

El Oso frontino, es de tamaño mediano con una estatura de entre 1,30 y 1,90 metros, peso de 80 a 125 kilos, pelaje áspero y de color uniforme, entre negro y café oscuro, hocico corto, de color café claro o blanco, con manchas blanquecinas alrededor de los ojos y la nariz. Estas marcas bajan por el cuello hasta el pecho y su forma es variable entre cada animal, si bien forman un tipo de “antifaz” en su cara (de ahí el nombre de Oso de Anteojos) y habita en la Cordillera de los Andes, las montañas frías de Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, extendiéndose, posiblemente, hasta el norte de Argentina por un lado y hasta el Darién en Panamá por el otro. Su alimentación es omnívora, pudiendo adoptar costumbres carnívoras o herbívoras indistintamente, según las circunstancias o las fuentes de alimento disponibles en el momento, por lo que se le considera un mamífero de tipo oportunista.

El hallazgo

Los investigadores, un grupo de venezolanos pertenecientes a la Organización No Gubernamental Proyecto Oso Andino Guaramacal, parte a su vez de la Red del Oso Andino de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN); el pasado mes de junio, en una expedición liderada por el fundador de la ONG Marcos Hidalgo, un ingeniero y docente de Ecología de la Universidad de Los Andes (ULA); y gracias a una serie de cámaras – trampa (dispositivos con sensores de movimiento), pudieron captar imágenes de una osa adulta con sus dos cachorros, además de avistar en la zona otros dos osos adultos, incluyendo a un macho  dominante al que conocen como “Niquitao”, al parecer y de acuerdo con datos recabados en expediciones anteriores, la zona es un lugar de tránsito para estos osos que forma un corredor entre las montañas de Guaramacal que interconecta los Parques Nacionales Guaramacal y la Sierra Nevada, si bien, el emplazamiento mismo donde habitan la madre y sus oseznos, no se encuentra dentro del área protegida.

Una nueva esperanza

Esta noticia ha generado mucho entusiasmo, no sólo entre los involucrados en el proyecto, sino en toda la comunidad conservacionista, ya que las osas de esta variedad, solo crían a sus hijos en áreas seleccionadas por ellas mismas y deciden tenerlos únicamente si el lugar cuenta con todos los recursos necesarios para sustentar la camada, lo que, aunado a la inspección de la zona, que reveló la presencia de otras especies, indicativo de un ecosistema sano,  renueva las esperanzas de poder proteger y salvaguardar la especie que se encuentra catalogada como “vulnerable” en toda América del Sur, y “en peligro de extinción” dentro del territorio venezolano, pues el encontrar a esta hembra criando es indicativo de que aún es posible el incremento en el número de especímenes salvajes hasta formar nuevamente una población viable y sostenible que asegure la continuidad de la especie a largo plazo.

Motivo de alegría para la UNY

Desde la Universidad Yacambú, primera universidad ambientalista de Venezuela, institución que apuesta por un futuro sustentable para todos, la cual por más de tres décadas se ha dedicado a formar generaciones de profesionales con conciencia ecológica, cuyas sedes principales se encuentran ubicadas al pie de uno de los antiguos hábitats de este úrsido. el Parque Nacional Terepaima del edo. Lara, en el piedemonte andino, y en la que nuestra mascota oficial es, ni más ni menos que el oso frontino Yaco, nos llenamos de regocijo ante tan importante descubrimiento para la comunidad conservacionista y ecológica, que no sólo renueva las expectativas de lograr una total recuperación de la población de osos en el país y el continente, sino que, en tiempos tan adversos como los que vive el mundo, simboliza la esperanza de que el cambio que necesitamos, aún es posible.

Por tal motivo instamos, tanto a autoridades, como instituciones y colectividad general, a tomar consciencia de hacer lo necesario para preservar una de las más emblemáticas especies de fauna autóctona de nuestra tierra.

Lcdo. Marcos Izarra
Jefe de Prensa
Comunicación Corporativa
Universidad Yacambú

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