Hay desechos hospitalarios que no se pueden echar simplemente en los contendedores de basura. Los de categoría B, C y D, según lo indica la Gaceta Oficial N° 2218 de la República Bolivariana Venezuela, deben contar con una ruta de destrucción específica para el resguardo de la salud pública.

Así lo afirmó la especialista y asesora ambiental, Lcda. Kristel Ortiz, durante el taller de “Manejo de desechos hospitalarios” realizado en la sede Mora II de la Universidad Yacambú, actividad dirigida a los estudiantes de la cátedra Estudios Ambientales con el fin de promover la integración y concientización de los jóvenes hacia los retos del mundo actual.

Al respecto, Ortiz explicó que los desechos hospitalarios son subcategoría de los desechos peligrosos, mismos que en Venezuela están divididos en:

  • Desechos comunes (Tipo A): todos aquellos que sean de limpieza en general siempre y cuando no hayan tenido contacto con desechos de tipo B, C, D y E.
  • Desechos potencialmente peligrosos (Tipo B): todos aquellos materiales que sean de tipo A, pero que tengan una ubicación en la que podrían estar contaminados por el contacto con residuos de tipo C, D, y E.
  • Desechos Infecciosos (Tipo C): Todos aquellos que por su naturaleza, ubicación u exposición contengan agentes infecciosos.
  • Desechos orgánicos o biológicos (Tipo D): Partes o porciones extraídas de seres humanos o animales.
  • Desechos especiales (Tipo E): Productos o desechos farmacéuticos o químicos, material radiactivo o líquidos inflamables.

Por su naturaleza, dicha clasificación debe contar en todos los centros de salud como hospitales, ambulatorios, clínicas, laboratorios y centros de veterinaria con un tratamiento que obedece a cinco fases que se deben emplear, con el fin de salvaguardar a la población de los riesgos potencialmente patogénicos que pueden transmitir dichos objetos.

La especialista indica que el protocolo adecuado para el manejo de los desechos hospitalarios es el siguiente:

Realizar la segregación según el tipo de desecho en el centro de salud en papeleras a pedal, que deben ser cambiadas en cada turno, tomando en cuenta que algunos materiales deben almacenarse en polietileno de alta densidad, envases herméticos o bajo refrigeración.

Posteriormente la gestión del centro debe disponer de personal encargado de la manipulación que cuente con protección adecuada para realizar el transporte interno en carros de tracción manual con hermeticidad, impermeabilidad y estabilidad, hasta el lugar de almacenamiento temporal que no debe superar los 30 días.

Luego de esto, llega al centro de salud un vehículo especial que se conoce como transporte externo, el mismo debe contar con revestimiento interno de acero inoxidable o aluminio de bordes redondeados y estar identificado con el símbolo de riesgo biológico, que además posee una cava en el interior donde se separan los desechos de tipo D y E para llegar al lugar donde finalmente serán incinerados.

En el mundo

En el mundo este proceso garantiza la disminución del riesgo biológico para el ser humano, pero es contraproducente para el medio ambiente, sobre todo en objetos incinerados que contienen residuos químicos y que en su suma evitan lograr los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), específicamente los relacionados al cambio climático, situación que se agravó luego de la llegada de la pandemia del Covid-19, cuando se produjeron 2600 toneladas de residuos no infecciosos y cerca de 731.000 litros de residuos químicos, fuera de los de 144.000 toneladas de desechos infecciosos entre jeringas, agujas y cajas de seguridad, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Sin embargo, el organismo internacional afirma que la realidad del reciclaje de los desechos en los recintos hospitalarios dista de ser óptima, la misma indica que el 30 % de los centros no están equipados para gestionar las cargas existentes de residuos sanitarios, y mucho menos la cantidad adicional que genera el COVID-19, tomando en cuenta que esta cifra aumenta al 60 % en los países menos desarrollados.

Hasta ahora se proyecta una ralentización en el logro de los 17ODS por los desechos producidos en los centros de salud y el hombre, desechos que al tener un inadecuado proceso de destrucción, terminan en el mar y vertederos comunitarios donde pueden ser adquiridos, utilizados y revendidos en el comercio ilegal, colocando en riesgo a la población de menores recursos, una situación que lamentablemente tiende a ocurrir es países subdesarrollados o en vías de desarrollo.

Texto: Andrea Barrios

Fotos: Gerardo Briceño

Edición: Osbely Méndez

 

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